Primeros días en Chilakaluripet

Bueno, pues después de un viaje larguísimo de tres aviones con las escalas correspondientes, un autocar de hora y media, un tren de cuatro y dos más de coche, lluegué a la oficina. Durante el viaje ya pude comprobar cómo las vacas sagradas pueden estar perfectamente en medio de la calle y la gente se limita a esquivarlas.

También comprobé la gran generosidad de esta gente. Cogí el tren por los pelos, y afortunadamente era el anterior al que tenía previsto. El problema es que llegaba mucho antes a la estación y no tenía forma de avisar a la gente de la ONG. Al comentárselo a un yayo muy amable que iba en el tren, le pregunté si no le importaba que mandara un mensaje desde su móvil, ya que no podía llamar. El señor no solamente me dejó llamar en vez de mandar un mensaje sino que después no quiso cobrarme nada. Aquí debo hacer un inciso sobre la comunicación con los indios, que suele ser muy difícil dado su, por lo general, bajo nivel de inglés, acento fortísimo y su desconcertante gesto de menear la cabeza para decir que sí, con lo cual parece que se lo estén pensando o que incluso te digan que no.

En el tren hubo otro señor que me dio conversación y compartió fruta conmigo, aparte de explicarme sus negocios. Podría resumir lo que entendí en dos líneas, pero fue muy agradable teniendo en cuenta que acababa de llegar al país. Otro chico joven no hablaba ni papa de inglés pero fue muy majo porque se bajó conmigo y me acompañó hasta el coche; y otro más que -oh milagro- había estado en Barcelona y hablaba perfectamente inglés incluso llamó a Teresa por propia iniciativa con su móvil para que pudiera decirle que estaba vivo, ya que por gracia de Movistar aún no había podido comunicarme con ella. También me explicó un poco algunas de las costumbres indias que no conocía, como que es de mala educación tener los zapatos puestos estando por encima de alguien, como por ejemplo en el tren (por cierto véase en la foto del vagón con toda la gente, los dos que dormían en la estantería superior).

Después fue un poco surrealista porque me vino a buscar un conductor a la estación que no hablaba tampoco nada de inglés, con lo cual me podía ir con un secuestrador cualquiera sin enterarme, pero como era el único esperando con un coche pues ya imaginé que no era así... Al llegar a la ONG eran las 12 de la noche, con lo cual no había nadie, sólo el vigilante que hablaba aún menos inglés (ni una palabra), me hicieron entrar en una habitación y me dieron de cenar, sin saber qué debía hacer al día siguiente.

La entrada a la habitación fue un shock.

Aunque era espaciosa, como se ve, estaba llena de telarañas, arañas, sucia, y con dos montañas de hormigas medio muertas, una en la entrada y la otra en el baño. Sólo tenía el armario que se ve, una estantería cuya pintura desteñía y por suerte pude aprovechar el plástico con el que envolví la mochila para ponerlo allí. Nunca he sido muy quisquilloso con la limpieza, por suerte... Si no, creo que hubiera buscado un taxi y me hubiera vuelto a Barcelona. Bueno, estaba muerto, así que me fui a dormir y ya está.

Al día siguiente me levanté y me planté en la oficina, un poco surrealista también (de golpe ahí en medio de todo de indios que no conocía de nada), saludando a la gente, al final por suerte uno me hizo de cicerone y me fue presentando y luego hablé también con el director. Fueron en general muy cordiales, aunque no hay duda de que es una cultura distinta y eso queda patente en muchas cosas que a veces cuestan de digerir (entre ellas, la comida, claro).

La ONG se llama ASSIST (http://www.assist.org.in/) y trabaja con las comunidades rurales desfavorecidas de Andra Pradesh. Esos primeros días estuve leyendo informes y tal, enterándome más de cómo funcionaban, y la verdad es que me gusta mucho su método porque, en vez de dar caridad, en primer lugar lo que hacen es cohesionar las comunidades, organizarlas, hacerlas conscientes de sus derechos y recursos, dar poder a las mujeres, etc. y luego les dan herramientas para mejorar su vida como microcréditos, agua potable a través de cosecha de lluvia o pequeñas plantas potabilizadoras, sistemas de irrigación y cosecha mejorados, estudios de sostenibilidad del uso del agua, etc.

Vídeo: Sin casco y a lo loco

El viernes (llegué el miércoles por la noche) por la tarde Sameer, el encargado de informática, me llevó al pueblo, Chilakaluripet. Allí comprobé una vez más lo loco que es el tráfico indio (siento que el vídeo no se vea muy bien pero no he podido subirlo en mejor calidad; ya sirve para hacerse una idea). También compré algo de ropa barata, dos shorts y una camisa por unos once euros.

Vídeo: Movimiento en Chilakaluripet