¿Qué hace un catalán en paro en un pueblecito a 100 km de donde Buda perdió la sandalia?

He llegado aquí para colaborar con ASSIST, una ONG india que ayuda a las comunidades rurales desde su base, y, por qué no, también para conocer la cultura del país, ver su situación y viajar un poco. Lo demás ya vendrá...

Si queréis consultar la web de la ONG:

www.assist.org.in

En la sección About us/Strategy os podéis hacer una idea aproximada de cómo trabajan.

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Chilakaluripet, Guntur District, Andra Pradesh, India

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miércoles, 27 de julio de 2011

Visita a la fundación Vicente Ferrer


La Fundación Vicente Ferrer, conocida en India como RDT (Rural Development Trust) trabaja de forma intensiva en el distrito de Anantapur, con una población de unos 2.5 millones de personas si no me equivoco. 



Lo cierto es que ya escribí en la entrada en el pasado, durante algunos ratos en que no funcionaba la electricidad en la oficina (algo muy común por otra parte, aunque allí por lo menos tienen un generador que suele suplir los numerosos cortes). Sin embargo, durante un día en que yo me encontraba fuera se mandó al personal humilde limpiar la oficina, y me tiraron todos los papeles que tenía en la mesa (a pesar de que estaban ordenados y mezclados con una bolsa con fotos y una agenda). Pillé un cabreo del copón, pero como no fue ni la primera ni la última me lo intenté tomar con filosofía. A veces los indios desafían cualquier tipo de lógica humana y creo que en esos casos serían capaces de desesperar por igual al más inteligente o al más paciente. En mi caso me considero con un nivel alto de paciencia y os garantizo que a veces me han venido ganas de cargarme a toda la población india. He llegado a la conclusión de que la mente india es educada en una cultura muy diferente a la nuestra –por lo general, más diferente cuanto menos educada- y que por lo tanto en ocasiones sus razonamientos nos son indudablemente inescrutables. En esas ocasiones no queda otra que echar mano de la paciencia. Suele ayudar el pensamiento de que no lo han hecho con mala intención.

Bueno, por suerte o por desgracia, a causa de esa pequeña tragedia estoy escribiendo esta entrada por segunda vez, con lo cual creo que me extenderé menos.



Fui a Anantapur en tren, un viaje pintoresco no demasiado confortable y marca de la casa. Durante el viaje me sucedió algo que aquí me ocurre a menudo: el no saber las intenciones de la gente. En España en seguida sueles calar si alguien te está timando o es buena persona, pero aquí a priori es difícil, ya que en ocasiones te equivocas (más para bien que para mal, por suerte). Así, en el tren tenía a un tipo delante que entabló conversación contigo. El tipo iba intercambiando miradas de complicidad con otro pasajero que yo tenía al lado, e incluso alguna sonrisa sospechosa que no supe interpretar y no me gustó. Así que en todo momento tenía controlada mi mochila, situada encima de mí. Sin embargo, ambos resultaron ser muy majos después. Con el hombre que tenía delante tuve una larga e interesante charla sobre varios temas, ya que era ex-profesor y por tanto tenía un nivel de cultura considerable.

Al llegar a la estación de destino se me ofrecieron varios rickshaws. El más insistente me pedía 150 rupias por el viaje al campus de RDT, a pesar de que yo sabía que ese trayecto no valía más de 35. Así se lo dije, y el tío con todo el morro me seguía pidiendo más de 100. Al final fui con otro vehículo por 40, ya que me agota regatear y más con los indios. Son negociantes feroces y sobre todo muy astutos e insistentes, lo cual hace que en ocasiones les termine pagando más de lo que valen las cosas para no estar 10 minutos más de tira y afloja por medio euro. 



Así que llegué al campus y uno de los vigilantes –que no hablaba ni papa de inglés, para variar- me acompañó a la habitación. Casi se me saltan las lágrimas cuando me encontré en el pequeño apartamento, sencillo pero limpio y acogedor, y sobre todo cuando vi el baño recién reformado con un váter inmaculado, tan limpio que, como dicen en “La chaqueta metálica”, hasta la Virgen podría haber descargado en él con la cabeza bien alta. Espero que no se ofenda ningún creyente, pero los que han estado aquí saben que encontrar algo así en India en cualquier lugar que no sea un hotel de lujo es casi un milagro, así que cuando lo haces dan casi ganas de postrarse y adorar el váter en cuestión y erigir una estatua a su injustamente anónimo fundador (¿Monsieur Le Vater, quizá?).



Bueno, pasando a cuestiones más serias, después de desayunar me acerqué a la oficina, donde una guía india hablaba en un español muy correcto a dos señoras que habían venido a visitar a su apadrinado. En este sentido lo tienen muy bien montado, cuidan muy bien a los padrinos ya que estos son el motor económico de la fundación, y éstos vuelven encantados con las visitas, que ya son impresionantes de por sí.

El caso es que me quedé estupefacto viendo hablar tan bien castellano a una mujer india, máxime cuando donde estoy es difícil que hablen inglés. Creo que me quedé tan sorprendido que me costaba hablar con ella. ¡Por no hablar de cuando me preguntó de dónde era! Al decirle que era de Barcelona, automáticamente se me puso a hablar en un catalán igual de bueno, con lo cual mi estupefacción me dejó paralizado y creo que en aquel momento hablaba ella mejor que yo.



Después otro indio que hablaba igual de bien el catalán y el castellano me enseñó la sección donde más de 70 indios traducen las cartas de los 140.000 niños apadrinados del telugu al español, ayudados y adiestrados por profesores voluntarios de España. Por lo visto algunos de ellos aprendieron algunas nociones de catalán de algunos voluntarios, y luego por iniciativa propia lo fueron perfeccionando. Encomiable…

Tuve una interesante charla con este joven indio, a través de la cual vi que en RDT usan un método de trabajo integral con las comunidades muy similar a ASSIST.





Durante los tres días que estuve de visita en la fundación me acoplé o bien a una señora de Madrid que venía a ver a su niño apadrinado o bien a un arquitecto catalán y una señora que trabajaba con él y lo acompañaba. 



Vimos varios proyectos muy interesantes, como hospitales (la sección de uno dedicada exclusivamente a enfermos de SIDA), un colegio, centros de trabajo de discapacitados, una “fábrica” de compresas donde trabajaban mujeres…





Una visita muy interesante fue a un colegio donde había también niños con discapacidades como ceguera, sordera o parálisis cerebral leve. Entre ellos también vi perfectamente integrados a niños albinos, que son muy impactantes por su piel y cabello blanco, sobre todo por el contraste con sus compañeros. Fue muy curioso cuando nos contaron que los niños con discapacidad superaban en calificaciones a sus compañeros, y muy conmovedor saber que las nuevas generaciones de esas niñas, que antes vivían ocultas del mundo en sus casas, a veces incluso atadas, condenadas al analfabetismo y a volverse literalmente locas, esas niñas que antes nadie habría querido, ahora empezaban incluso a casarse, ya que por sus capacidades podían encontrar buenos trabajos y por lo tanto eran ambicionadas (desgraciadamente, el sistema de castas y los matrimonios arreglados hacen que en muchos casos estos matrimonios nos parezcan un negocio a los occidentales).



Otra visita muy impactante fue a un centro de niños con discapacidades varias o serias. En buena parte, porque al llegar varios de ellos se nos echaron a los brazos. Los niños indios son por lo general bastante abiertos, pero obviamente no estoy acostumbrado a ningún contacto físico con ellos, por lo cual fue aún más conmovedor. Estos niños en concreto me generaban en especial lástima, pero por otra parte también era bonito pensar que allí estaban bien cuidados y que además les hacían juegos y actividades diseñados para que lo pasaran bien y avanzaran todo lo posible teniendo en cuenta su desventaja. Las monjas y empleados que trabajaban allí se ganaron mi más profunda admiración. Hay que ser muy fuerte para trabajar con este tipo de niños tantas horas cada día. Trabajar con niños ya es agotador, yo ya terminaba exhausto tras un par de horas de enseñarles taekwondo… Esas personas tienen que ser extremadamente fuertes. Me parece que yo no podría hacerlo.



Durante esta visita el arquitecto catalán, que ha ido durante años a Anantapur para ayudar con el tema de los apadrinamientos, me contó una historia terrible que confirma mi opinión de que ciertos dogmas impuestos por las tradiciones, la religión y la cultura sólo deben mantenerse cuando no son perjudiciales. Me contó que hacía varios años una amiga había apadrinado a una niña,  que contrajo una grave enfermedad. La madrina se ofreció a pagar el tratamiento, pero la familia de la niña, en concreto la abuela, se oponía, no sé si por motivos religiosos o culturales. El arquitecto me contó que cada año veía a la niña más débil y enferma. Llegó un momento en que la situación era tan grave que la madrina, desesperada, se ofreció a pagar el billete de la niña a España, el tratamiento y todos los demás gastos. La familia se negó en redondo. Al final, la niña murió, por estúpidas e inútiles creencias mantenidas por ignorancia.



Por último, también me gustó ir a ver un proyecto llamado “de mujer a mujer” donde mujeres occientales dan una pequeña cantidad que se destina a grupos de autoayuda de mujeres indias. Como las otras, la visita estaba muy bien montada, y daba gusto escuchar los testimonios de las diversas mujeres traducidos por la guía al español. Contaron cosas como que antes sus maridos no las dejaban ni salir de casa, y no hablemos de trabajar, pero que ahora las apoyaban porque traían ingresos al hogar, y que estaban de acuerdo en llevar a sus hijas a su escuela. Recuerdo que una dijo que no había podido ir a la escuela, pero que ahora sus dos hijas iban y estaba muy orgullosa. Los malos tratos también habían disminuido, ya que la dominación de la mujer en estas comunidades se basa en buena parte en su dependencia social y económica (sobre todo si son iletradas, ya que desconocen por completo sus derechos), y en que viven con la familia del marido, con lo cual se encuentran en clara indefensión respecto a cualquier abuso.





La sociedad india es, en mi humilde e ignorante opinión, muy injusta con las mujeres, a las que cargan con la responsabilidad de la familia, que son las que sostienen buena parte del país, y al mismo tiempo son relegadas a un papel miserable y sumiso. 

Por último, me entrevisté con Ana Ferrer, la viuda de Vicente Ferrer, de quien ha tomado el apellido supongo que por su procedencia británica. Se trataba de una mujer que transmitía fuerza y amabilidad a partes iguales. Por desgracia, la entrevista trató básicamente sobre mi voluntad de hacer un voluntariado con ellos, y no pude hablar con ella más a fondo de otros temas, también en parte porque no le quería robar más tiempo del necesario. 

Y eso es todo por ahora... Próximamente la siguiente entrega.
Y un poco de humor para terminar...


martes, 12 de julio de 2011

"Hindi" birthday to you

Ayer fue mi cumpleaños, como ya sabréis...

En la ONG se propusieron hacerme olvidar lo lejos que estaban mi novia, mi familia y mis amigos con una celebración a la india, compartiendo pastel, tratándome a lo ministro ¡y con música de fondo! En los vídeos podéis escuchar su peculiar versión del Happy Birthday... Fueron muy majos.

Después de eso hablé un rato del proyecto que he desarrollado para la ONG, hay un vídeo donde también podéis escuchar mi maravilloso acento Hindispanglish hablando del tema.

A la hora de cenar, fui a Chilakaluripet con la directora de proyectos, una coordinadora y el chófer a cenar. Ese día también hablé un rato con mi novia y mi familia, así que fue bastante completo... No me puedo quejar. Me sorprendió la gran cantidad de gente que me escribió en Facebook, con algunos de los cuales no hablaba desde hacía mucho.

Estos días estoy bastante ocupado, pero a ver si puedo actualizar el blog con las visitas que faltan en breve. ¡Un abrazo a todos!

Vídeo 1

Vídeo 2

Vídeo 3