¿Qué hace un catalán en paro en un pueblecito a 100 km de donde Buda perdió la sandalia?

He llegado aquí para colaborar con ASSIST, una ONG india que ayuda a las comunidades rurales desde su base, y, por qué no, también para conocer la cultura del país, ver su situación y viajar un poco. Lo demás ya vendrá...

Si queréis consultar la web de la ONG:

www.assist.org.in

En la sección About us/Strategy os podéis hacer una idea aproximada de cómo trabajan.

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Chilakaluripet, Guntur District, Andra Pradesh, India

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lunes, 21 de marzo de 2011

Encuentro con los chilakaluripetienses

 Bueno, hoy no tengo muchas ganas de escribir así que me basaré más en las fotos, por aquello de que una imagen vale más que mil palabras.

El domingo de hace una semana me encontraba agobiado de estar todo el día de la oficina a la habitación y viceversa -a las seis se hace de noche aquí y los mosquitos salen en bandadas, y en los alrededores tampoco hay nada-. Así que junté fuerzas y coraje y me dirigí a pie a Chilakaluripet (city), para lo cual hay que atravesar una autovía a pelo y luego andar por el arcén unos diez minutos, rezando a Shiva, Ganesh y todos los dioses indios que se conozcan (en mi caso llevo tres creo).

Una vez llegado allí no sabía muy bien qué hacer. Las ciudades indias me resultan muy extrañas: llenas de gente pasando, tráfico de locos, y obviamente, por lo menos aquí, todos indios. Te sientes como si de golpe hubieras aparecido en pelota picada en medio de La Mina en Barcelona. Notas que la gente te mira y te sientes incómodo, no puedes pararte un segundo, tampoco hay bancos ni parques ni nada parecido, por no haber no hay ni acera... Así que me puse a andar siguiendo la calle principal, aunque al poco ya vi que no me convencía.





Así que me metí por callejones de por ahí. La gente se me quedaba mirando, e incluso alguna anciana me señalaba a mí y luego a sus ojos, sonriendo, en un gesto muy explícito que, sin yo saber telugu, creo que se podría traducir como "¿Habéis visto a este tío tan raro?". 



Al cabo de poco unos niños curiosos me saludaron, y en cuanto les hice caso ya me pidieron que les hiciera fotos. Después de tomar cada una de ellas, todos venían en tropel para verlas en la pantalla, y se tronchaban de risa. Al cabo de poco me pedían otra foto, y así sucesivamente. A medida que nos íbamos moviendo, me decían que fuera tomando fotos a las familias u otros niños que había por ahí, de manera que al cabo de poco tenía un pequeño ejército rodeándome como si de mi guardia personal se tratara. Cada vez se iban añadiendo más y más niños, y tomar una foto mínimamente natural era imposible desde el principio, ya que se empujaban unos a otros, se tiraban de la camisa e incluso saltaban para aparecer en la foto, con lo cual me fastidiaron más de una que hubiera valido la pena. Sin embargo, eran muy divertidos, con una energía tremenda, continuamente intentando comunicarse conmigo (algo que muy pocos conseguían debido a que casi ninguno sabía una palabra de inglés). Algunos decían "Japan" al principio, quizá pensando que yo era japonés (claro, y mi padre es keniata y mi madre esquimal), lo cual no es tan escandaloso si tenemos en cuenta que más de un adulto también me ha preguntado si España estaba cerca de Japón.




De todas formas se portaron muy bien conmigo, unos me llevaron a ver su parroquia particular, otro me llevó a su casa y luego me compró uvas (las cuales no me comí en el instante por supuesto, en parte por la cantidad de moscas que revoloteaban alrededor de la fruta y en parte recordando la gastroenteritis sufrida hacía una semana). La generosidad de esta gente parece no tener límite, realmente comparten lo que tienen. Haríamos bien los occidentales en tomar nota de ellos en este sentido. Bueno, más fotos y aquí van un par de vídeos también:





Esos pequeños agotadores

Inside chilakaluripetiense's house

Al cabo de una hora y pico había tomado más de ciento cincuenta fotos, es decir, más de una foto por minuto. Los niños me llevaban de un lado a otro como una marea enfurecida en miniatura y por un momento me medio perdí, al final por suerte reencontré el camino y ya les dije que me marchaba, decían que no y hasta me tiraban de la manga con fuerza, pero finalmente me pude escabullir. Sólo cinco de ellos me acompañaron hasta la oficina de la ONG, luego querían entrar pero por supuesto no les dejé, ya que sólo estaba el vigilante y yo no podía hacerme cargo de cinco pequeños bicharracos. Y hablando de bichos...

2 comentarios:

  1. Ei Roger!! Que agradable la gent, no? Pel que expliques, els falten molts "serveis", i no només parlant d'escoles, hospitals, etc., sinó de zones de lleure, passeig, ... Potser ja tenen prou feina en anar tirant per plantejar-se altres coses, no?

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  2. Doncs sí, i aquesta gent encara estan prou bé... Les comunitats rurals amb què treballa ASSIST moltes vegades pateixen per manca d'aigua potable, problemes de fluorosi per aigües contaminades, coneixements nuls d'higiene, centres mèdics a dies de camí, mala gestió dels conreus, marginació de la dona i dels discapacitats, etc. S'intenta treballar en aquests temes perquè les comunitats puguin arribar a gestionar òptimament el seu potencial i a esdevenir autosuficients.

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