¿Qué hace un catalán en paro en un pueblecito a 100 km de donde Buda perdió la sandalia?

He llegado aquí para colaborar con ASSIST, una ONG india que ayuda a las comunidades rurales desde su base, y, por qué no, también para conocer la cultura del país, ver su situación y viajar un poco. Lo demás ya vendrá...

Si queréis consultar la web de la ONG:

www.assist.org.in

En la sección About us/Strategy os podéis hacer una idea aproximada de cómo trabajan.

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Chilakaluripet, Guntur District, Andra Pradesh, India

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domingo, 5 de junio de 2011

Un mal día


A veces las circunstancias realmente me hacen tener plena conciencia de que me encuentro en un país muy lejano y en una cultura muy lejana. O, más bien, me abofetean con esa realidad.

Esta mañana no he tenido un gran despertar, preocupado por varias cosas y despertado, en mi único día de fiesta, al cabo de menos de seis horas de acostarme, después de varios días durmiendo igual cantidad de horas. Cortesía de mis amigos de la compañía operadora del móvil (sí, te llaman varias veces al día, a cualquier hora, por ejemplo a las siete de la mañana, y te enchufan una grabación publicitaria, así que no te dejan ni el desahogo de injuriar a sus madres, abuelas y todas sus generaciones pasadas de pacientes progenitores indios).

Al abrir la puerta de la habitación… sorpresa, no está el desayuno, que me acostumbran a dejar ahí (casi mejor, porque si no todavía me hubiera levantado más temprano, aunque sea domingo llaman a las 8:30 a pesar de que les han dicho que no lo hagan). Bueno, bajo a la oficina y entro en la sala de reuniones, que es donde suelo comer y cenar. Tampoco hay nada, sólo un rollo de papel de WC que me han dejado allí, por fin, después de tres días de pedirlo a diario. Pero, aunque su hallazgo es una buena noticia, no es comestible.

Me pongo a buscar al vigilante, sin éxito. Oigo unas voces arriba, parece que hay gente de fuera reunida, no son de la oficina. Así que por ahora decido no llamar al vigilante a voces (tampoco sé cómo se llama, hace poco ha llegado sustituyendo a otro anterior al que por lo visto le rajaron el cuello en una pelea) y me limito a dar vueltas por el recinto, sin suerte. Ello empeora mi humor un poco más.

Al final oigo una voz, es el vigilante. Le pregunto el nombre de “desayuno” (no habla ni papa de inglés, como todo el personal más humilde dedicado a limpieza y vigilancia) en telugu y más o menos parece que dice que sí. Lo sigo a la sala de reuniones y le muestro el interior vacío, a excepción del rollo de papel de váter no comestible. El hombre farfulla algo y me hace un gesto indicando arriba. ¿Arriba qué? Insiste, así que subo al piso superior ya que alguna vez he comido en una oficina de allí. No hay nada, está todo cerrado. Bajo e interrogo al hombre con gestos, y él me responde obviamente en telugu. La comunicación es imposible, intentarlo exasperante. Tras un intervalo de uno o dos minutos que se hace eterno, tratando sin éxito de hacerme entender, más o menos creo llegar a un acuerdo y comprender que me dice que me espere en la sala. Eso hago, y al cabo de diez minutos o un cuarto de hora de tensa espera, preguntándome si el hombre va a volver o no y planteándome volver a la habitación, finalmente me sirve una especie de donuts salados en una especie de caldo con vegetales y una cebolla. El sabor no me convence, pero por lo menos varío, ya que todos los días me sirven lo mismo para desayunar. Tampoco parece muy picante, como otras recetas que llevan trozos de chile enteros, granos de pimienta y otras cosas de las que me acuerdo a menudo cuando me encuentro sentado en el váter, y no con cariño precisamente.

Si lo de esta mañana fuera un caso aislado no me molestaría, o lo tomaría como una anécdota, tengo paciencia y no soy tan quejica. Lo malo es que para algo tan tonto y básico como que te limpien la habitación o que te traigan la ropa limpia tienes que perseguir a la gente, y hacerlo varios días cada semana para varias cosas distintas a mí me agota. Una vez hasta medio abronqué al hombre encargado de la limpieza, pareció surtir un cierto efecto pero no mucho. Y se van sumando muchas otras cosas que, aunque suelen ser pequeñas, te van minando. Cuando ves que sus propios jefes les pegan broncas y les repiten las cosas y ni así les hacen caso, te das cuenta de que es relativamente normal, aunque eso es un pobre consuelo. En la oficina, hay gente muy eficiente, a la que le pides algo y te lo dan el mismo día, pero algunas veces también he necesitado pedir las cosas cinco o seis veces o esperar varias semanas. A veces es agotador, porque aunque soy paciente me quita mucha energía ir detrás de la gente o pedirles o exigirles cosas. Es algo que odio. Al final administras tu energía y para según qué situaciones te dejas llevar, y otras cosas las pides sólo una vez porque acabas gastando tu energía en las prioritarias. Pero sigue siendo agotador.

Ayer ponía un ejemplo: hemos tenido un problema con la web, que no está terminada y que queremos usar para actualizar noticias, entre otras cosas. Durante tres meses o más, los webmasters, que son externos a la ONG, no hicieron nada. El informático y yo los fuimos a ver durante este plazo para pedirles unos cambios. Han hecho falta más de dos meses, muchas llamadas y muchas broncas por parte del informático para que finalmente realicen algunos cambios menores. Todo esto es un problema, porque una cosa ralentiza a la otra y así sucesivamente, en un efecto acumulado. La consecuencia es que el retraso final puede ser enorme. Hay cosas que quería hacer al poco de llegar y aún estoy esperando porque necesito unos datos o una información y no me lo dan. Sobre lo relacionado con la web, aún no he podido hacer nada, sólo sugerir algunos cambios menores parte de los cuales no han sido implementados todavía.

En fin, necesitaba desahogarme, a veces me lo tomo a cachondeo pero cuando te pilla en momentos malos o de bajón anímico es mucho más difícil verle la parte cómica. Por lo menos ya sé que no es nada personal, al principio me planteaba si no me tomaban el pelo… En España probablemente sería así, si tres días seguidos pides algo y cada vez te dicen que sí con una sonrisa pero al cuarto día sigue igual…Los webmasters llegaron a llamar a la ONG anunciando que ya habían realizado todos los cambios; cuando lo comprobamos, vimos que ¡¡¡no habían hecho ninguno!!! Ver para creer...

No pretendo imponer nuestro estresado modelo occidental a esta gente, ya que tampoco creo que sea el mejor. Hay una parte de la India que trabaja para o en los países occidentales y curran como animales, hacen horas extra, fines de semana… Ese es el otro extremo, más materialista que los propios occidentales. Ni lo uno ni lo otro. Pero creo que a veces la gente de este país adolece de una gran falta de diligencia, de una ausencia de cierta ambición personal, de la no existencia de aquella satisfacción de progresar profesional o personalmente superando ciertos retos, o de la simple voluntad de mejorar. Hay gente tremendamente comprometida y trabajadora, como los directores de la ONG, pero también el extremo opuesto. Y, por lo que veo, aquí en la ONG el porcentaje de gente trabajadora es alto, por suerte. Pero fuera de aquí es distinto, creo.

En definitiva, no sé si esta gente sería más feliz si adoptaran algunos de nuestros estresantes estándares. Pero sí creo que el país sería más rico y se encontraría más avanzado a nivel económico. ¿Es eso deseable? Para la gente pobre de India, que vive en pésimas condiciones, sí. Habría más contribuciones para ellos, más ayudas y más igualdad. Por lo menos vivirían una vida más digna. Además, ese desarrollo económico, en mi opinión, acarrearía un inevitable progreso social.

Al igual que todos los países, incluyendo el nuestro, creo que la India arrastra grandes lacras que impiden que avance como podría hacerlo. Y en algunos aspectos, como la igualdad de la mujer, los escasos estándares de higiene, la represión sexual o el concepto del trabajo, debe vencer la marea de costumbres con cientos o miles de años de antigüedad, lo cual es un cambio tan titánico que es imposible que se realice si no es a lo largo de décadas. Y a veces hay visiones tan profundamente arraigadas en la sociedad que es casi imposible que se vean como un problema.

Por poner un ejemplo, aquí existe la costumbre de comer con la mano derecha a modo de cubiertos. Esto no es malo de por sí, e incluso hay quien dice que es más natural y se disfruta más de la comida; pero, combinado con muy insuficientes costumbres de higiene, la falta de uso de jabón (por lo que he visto muchas veces se lavan las manos sólo con agua) y la costumbre de usar la mano izquierda en vez de papel higiénico (lavándose, por supuesto, sólo con agua en muchos casos), puede tener consecuencias devastadoras, sobre todo en la población más desfavorecida. Y como esto, muchas otras cosas. Para luchar contra la insalubridad en la que vive mucha gente, para empezar hay que cambiar sus costumbres, y eso es lo más difícil de todo. Es como si a nosotros de repente nos dijeran que andar con zapatos es malo, acarrea muchas enfermedades, y que para evitarlas hay que andar descalzo y con los zapatos en la cabeza. Es un ejemplo absurdo, pero creo que ejemplifica bastante bien. Paradójicamente, a menudo el aspecto más difícil para mejorar las cosas no es la disponibilidad de los recursos necesarios sino la propia resistencia al cambio de quienes se quiere ayudar.

Otro aspecto complicado: el matrimonio y la represión sexual. Según la tradición aquí no se pueden tener relaciones antes del matrimonio, y el divorcio es casi inexistente y está muy mal visto incluso cuando las relaciones son desastrosas. Muchas veces los matrimonios son arreglados por las familias, y los novios se han visto sólo algunos minutos antes de casarse. Está claro que estos valores tan conservadores no funcionan, sobre todo teniendo en cuenta el grave problema del país con la prostitución. Además, esos mismos valores tan pretendidamente puritanos son los que estigmatizan a una mujer que haya ejercido la prostitución -muchas veces forzada por las mafias- o que incluso haya sido violada, de forma que generalmente es rechazada por su propia familia y le resultará imposible encontrar a un hombre no haga lo mismo. ¿Debería este país adoptar nuestra visión liberal de las relaciones y del sexo? No tiene por qué ser mejor, y nosotros también tenemos mucho que hacer en ese aspecto. Pero está claro que el modelo conservador no funciona, así que debería cambiar. Por suerte, los matrimonios arreglados están entrando en recesión, y el sexo antes del matrimonio empieza también a existir.

Con todo este texto no quiero decir que la India no me guste o que sea desastrosa. Hay muchas cosas de aquí que me gustan mucho, y en varios aspectos deberíamos aprender de ellos. Aquí la gente es muy alegre, espontánea y solidaria, y te ayuda desinteresadamente. Los niños de aquí tienen esa alegría natural que muchos de los nuestros suelen perder a una edad muy temprana, agobiados entre exceso de actividades extraescolares, presión social desde los medios y el entorno, hogares desestructurados o padres estresados que no tienen tiempo para ellos. Pero, aunque este país tiene muchas cosas muy buenas, a veces se hace muy difícil estar en una cultura tan distinta. A veces, por mucho que intente adaptarme, el choque de mentalidades me resulta totalmente apabullante.

Bueno, si alguien ha llegado hasta aquí sin leer en diagonal es que estabais muy aburridos, o bien que os importa mucho lo que me pase y lo que piense. Gracias. Prometo que la próxima entrada será más entretenida…

3 comentarios:

  1. Roger, àmins!!! M'agraden molt les teves reflexions, són molt coherents...

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  2. Confieso que he leido un poco en diagonal jajjajajaaj ÁNIMO GUAP@@@@@@@@@@@@@@@@@@@ !!!!!!!

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  3. Gràcies a les dues per llegir-me i comentar...

    Petons!!!

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